07 octubre, 2008

El carpintero y el Gran Poder.



Habia una vez en Sevilla un carpintero, muy devoto del Gran Poder, al que visitaba cada dia para 'charlar' un ratito.
Un dia, el hijo de este buen hombre cayo muy enfermo, y el carpintero, desesperado, multiplico sus visitas al Gran Poder, y si antes lo hacia al menos una vez al dia ahora lo hacia mucho mas a menudo, pidiendole al Señor de Sevilla una y otra vez que curara a su hijo.
Pero el niño murio, y el carpintero se presento una ultima vez delante del Gran Poder y le grito a la cara su desesperacion, acabando con estas palabras: "¿Sabes lo que te digo?. Que no volvere a visitarte hasta que no vengas a visitarme tu".
Paso el tiempo, el carpintero cumplio su palabra, en su desesperacion medio abandono su trabajo y se dio a la bebida.
En esto que el Gran Poder sale un dia en procesion, y en un momento dado, empezo a llover.
Como no seria el agua que caia, que los hermanos decidieron guarecer la imagen en donde pudieran y matieron las angarillas en una carpinteria cercana.
El carpintero volvio esa noche a su casa, borracho como una cuba y ya puedes imaginarte su cara cuando abrio la puerta de su taller y se encontro de frente, alumbrado por un par de cirios que habian dejado los cofrades, a Jesus del Gran Poder.
Esa es la historia, y bien esta si asi os parece.

Así me contaron esta anecdota y así lo cuento.

Ha indicios de que pudiera ser real esta anecdota, pero está englobada en el misterio como todo lo que envuelve al Señor de Sevilla.


Relato: Paco Duque.

Fotografía recopìlada por Paco Duque.

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